9.1.08

Desaguisados en la cultura porteña

Es evidente que el fuerte del nuevo gobierno porteño no serán las relaciones humanas. Y que la Cultura será la Cenicienta de la gestión. Al cierre del Canal Ciudad Abierta se suman cambios en la dirección de los Festivales que son marca registrada de la ciudad y el fantasma de la suspensión.
El amigo Eduardo Cholo Ruderman me reenviá la carta de despedida de Mauricio Kartun quien daba clases de dramaturgia en el Teatro General San Martín.

Unas palabrejas de despedida al ámbito. Después de quince años de gozoso trabajo he sido despedido del Taller Escuela de Titiriteros del TGSM. Fue de sorpresa y por la espalda porque no hubo ningún conflicto –al menos manifiesto- que lo hubiera hecho suponer. Uno notaba que lo miraban desde hace tiempo con ojos cruzados, pero pensaba que no les daría la cara (con la cara de los funcionarios en este país siempre te quedás corto).
Con el soso eufemismo de un “Nuevo plan de estudios más técnico” y de necesitar mi horario para el “Agregado de horas de práctica” me han dado groseramente el toque con un vulgar email. Sonaba todo tan disparatado que apelé, explique la importancia de esta cátedra en la escuela, su reconocimiento internacional, di ejemplos como si hicieran falta … Pero no me dieron ni bola, claro. No dramatizaré sobre el hecho porque no hay aquí en juego al fin y al cabo valores tan solemnes (el hecho de que yo me llame Mauricio no significa que el quía haya decidido aniquilar del ámbito público a todos sus opositores homónimos). Hay en cambio –y esto sí se veía venir- alguna humanoide incontinencia de recelos personalistas (de esos que mirados desde afuera dan un poquito de piedad y otro poquito de risa). Y hay diferencias ideológicas de fondo. Pensar en titiriteros sin dramaturgia es ideología, claro. Hacer una escuela para formar solo intérpretes es ideología. ¿Intérpretes de qué textos si no hay siquiera aquí un repertorio sólido? ¿Para trabajar dónde si solo hay una compañía oficial? Formar intérpretes es formar creativos cuando deberían formarse creadores. Es formar dependientes. Es usar el formidable aparato de una escuela para hacer un vulgar semillero en el que elegir cada tres años a un par de afortunados que ligarán un contrato temporario en el San Martín (reemplazando a los que tocó echar) y mandar al resto a vender títeres de dedo en la feria de Parque Centenario. Es crear entre los alumnos la peor de las competencias. Es ideología. Tremenda.



Link a la nota de Clarín sobre la polémica por la gestión cultural porteña

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