14.1.11

Carola

Tal como les conté empecé a trabajar en historias de mujeres. La primera se basa en una anécdota que contaba mi papá y pudo haber sucedido en algún pueblito bonaerense. Publico em comienzo:

Vea, en ese entonces en el pueblo había más gente. Fíjese que el tren pasaba una vez a la semana y la gente aprovechaba para ir a Buenos Aires a visitar parientes. Las señoras también viajaban al comienzo de la temporada para ver las grandes tiendas y comprarse los últimos modelos de vestidos y sombreros. Calcule usted que entre los empleados del ferrocarril, sus familias, los comerciantes, las maestras de la escuela vivían acá unas 300 personas, muchas más que ahora. Eso sí, todas se conocían.

Fue por esa época que llegó la Rubia. A mediados de la década del 30. yo era pibe pero me acuerdo bien porque en ese entonces las mujeres no andaban solas. Ella llegó con sus cosas y se instaló en una pieza que le alquiló a doña Aída, enfrente de la plaza. Lo primero que contó es que era de Bocayuva. Usted, sabe, un pueblo de mala muerte a pocos kilómetros de acá.
Pueden leerlo completo en el blog de mi amor: Todas las Artes

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